Escribo estas palabras con un cóctel de emociones, todas ellas negativas. Asco, indignación, rabia... y con el estómago revuelto después de que el pasado jueves se hiciese pública la sentencia contra la Manada.
Obvio que habrá miles de millones de artículos por las redes hablando de ello, y que el que leeréis aquí es uno más, pero quiero también alzar mi voz, como cuando lo hice en el artículo Me too.
Es más, creo que tod@s, hombres y mujeres, deberíamos alzarla y no quedarnos callados.