La emigración, ese acto en el que los valientes deciden cambiar su lugar de origen o residencia por un nuevo hogar, que en muchas ocasiones supone un cambio radical en muchos aspectos (cultural, idioma..), pero que, puede además, causar cambios en el individuo a nivel psicológico.
Dejar atrás a los seres queridos, amigos.. en definitiva, su vida, puede sumergirle en un espiral de tristeza por el apego a esa vida anterior, pero además, el hecho de desembarcar en un lugar nuevo, en el que la persona emigrante puede sufrir diferentes problemas de adaptación ya no solo por él mismo, sino por la convivencia y aceptación de esa nueva sociedad, también son una causa desencadenante de esos problemas psicológicos.
En el post Adapatarse a un nuevo hogar, me centré en hablaros de las fases que vive una persona cuando decide cambiar de hogar.
En esta ocasión, os voy a presentar algunos de los problemas psicológicos negativos más comunes de las personas emigrantes, como pueden ser: el Síndrome de Ulises, el sentimiento de rechazo o el de quedarse atrapado viviendo entre dos mundos (el lugar de origen y el nuevo hogar).